SOUVENIR 154




Marcas del Mar
Gadiel Rivera
Angel Borroto
Souvenir 154
14 de marzo-20 de abril , 2004

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Los tiburones ponen huevos en forma de tornillo: Espirales que se enroscan al suelo marino
Para quedarse en su lugar.
Mira cómo respiran a través de su cáscara traslúcida
Considera su violenta geometría
En algunos, se agita una semilla viva, un embrión Que habita esa fosa humedad y que,
Visto a contraluz, palpita como diciendo:
Yo no soy de aquí.

- Isabel Zapata





Empecemos desde la aseveración más compleja: esto de pensar que el Mar pudiera caber dentro de un contenedor simbólico. El Agua, eternamente contigua al planeta, es más antigua que la historia que surca encima de ella ahora mismo. Lleva en sí la potencialidad primordial de la existencia: allí vivía el ancestro común de todos los animales bilaterales (nosotros, los pájaros, un caimán y tu perro), un pequeño tracto digestivo del tamaño de un grano de arroz. El domingo pasado asaba vegetales y salchichas con mis amigos en el Balneario de Carolina, algún día la playa de las Picúas llegará a donde ahora hay brea. No pensemos que el Mar cabe dentro de una imagen, ni que se podrá descifrar con palabras precisas. Tampoco podemos describir con certeza las condiciones que permitieron a unas células transformar el poder nuclear del sol y crear un humano. Un humano que lee un ensayo sobre la poética de la materia más antigua de lo que reconocemos como nuestro mundo. La llegada de historia se tardó muchos años después del Mar. Por razones que me parecen importantes resaltar ahora, el Mar durará muchísimo tiempo más de lo que podrá la historia.

En los mejores de los casos, el símbolo y el cuento son para nosotros, para bregar con un nivel de inmensidad ingobernable. No es fácil tomar en consideración el sistema natural que precede y nace toda la vida del planeta. Pensar en que las mismas fuerzas que hunden buques son las mismas que hacen que flotar se sienta así de bien. Que nuestro cerebro se hiciera literal sopa a cierta profundidad porque el agua resiste mantener formas fijas. La línea imaginaria que divide el espacio del nivel del mar mide 100 km para arriba en una línea recta. El Challenger Deep, la parte más profunda del lecho marino, solo se ha podido estimar cuán profundo es; lo más profundo que hemos podido bajar como humanos es a 10km. Hay un interés entonces notable en qué es lo que pasa con ese poderoso umbral. Qué es lo que está por encima y lo que está debajo de esa línea poderosa que demarca lo que es y no es Mar. Hay una serie de transiciones y maniobras, que se sienten en las orejas si se hacen mal, necesarias para bajar a sus profundidades. Hay toda una serie de ansiedades y miedos de lo desconocido que espantan la posibilidad de poder entrar al Mar.



Ya con eso dicho, podemos empezar a desmantelar ciertos imprevistos de la episteme occidental que pretende conocer algo para poder acondicionarlo a su cosmovisión totalizante. Como antes dicho, el Agua se resiste a ser objeto de estudio, romperá siempre el contenedor que pretende sostenerlo. Ya podemos ver el Mar como eso que nos comprueba los límites que pretende hacer del mundo un mapa y de la lógica que te dice que todas las cosas a nuestro alcance se pueden convertir en consumo. ¿Quién mejor para hablar del límite y la transgresión de la orilla y de la superficie que esas personas cuyas vidas se dan negociando, amando, comiendo, viviendo y navegando por estos accesos a otras maneras de existir? Para seguir tergiversando, podemos imaginar varias entradas a la historia del Caribe: hay uno anterior a la historia donde el Mar fue nuestra ruta para conectar una región del mundo, para ser nómadas y fue la última vez que no había una serie de imperios generando un sistema para hacer el movimiento de humanos no blancos ilegal. Luego hay la historia importante del morboso vientre del que habla Édouard Glissant donde el tráfico de indígenas y negros en el Caribe da vida a eso que pensamos conocer como Negro. De la trauma inimaginable de los cuerpos Africanos cobrados como pérdida en las primeras transacciones de seguro de mercancía en la historia. Hay otra historia a la cual embestir, la de un momento donde no haya falta alguna de la transgresión, una donde recordaremos la lección clara del Agua como eso que nunca se fija y resiste una definición que busca cercar. Un momento cuando la laguna histórica signifique el que podamos habitar el momento de pluralidad, que el Agua no ofusque sino revele y depure; que sea un lugar para ocupar con nuestros cuerpos junto a otros seres y lo aún desconocido.


El trabajo de Gadiel Rivera y Ángel Borroto exploran acá mucho de esta cartografía experimental. Para navegar un camino en el Mar se necesita de unas herramientas particulares, una gran serie de extremidades, semillas de mangles que de noche se convierten en palancas de cangrejos, una serie de lecciones puntuales de los corales de abanicos, de los consejos de una abuela espiritista, de la bendición de Yemayá, de varias guineas guisadas. El trabajo presente nos ayuda a recordar esa gran amplitud de significado e historia que se nos abre al ver el Mar, lo Negro y el Caribe no como una sola posibilidad conceptual que describir, si no del portal a abrir otras posibilidades. Para navegar el Mar se necesita referencia también, no se habla de izquierda o derecha o el norte sur de lo terrestre; seguimos estrellas, nos recordamos de cayos y corales, se siguen los pájaros para ver donde hay peces, se va a la deriva, se lo lleva la corriente. El camino del Mar es uno de una inmensidad de estrategias. Las ancestralidades nos recuerdan que la observación no es un ejercicio de consumo, sino de comunión. El barro lleva la mano a recordar los rostros que pudieran aparecer flotando en la transición de lo que estuvo y estará. Lo que queda del muelle en donde el papá de mi barbero pescaba Róbalo puede transformarse en una gran escuela para conocer la historia que aún no hemos contado del Caribe. El monstruo de 67 patas escondido al fondo del Atlántico no es tan tenebroso como imaginamos, lleva hablando con los esclavos que aprendieron de los peces a cómo tener agallas; me dijo que te llamara para contarte que no le tengas miedo a lo que desconoces, y que tampoco pienses que hay algo que sí conoces a totalidad. El Mar que yo navego es este que las pinturas y esculturas al frente ustedes me ayudan a cruzar y transitar. El Mar que abre posibilidades fantasiosas, el que me recuerda quién soy y de dónde vengo, el que me recuerda que las categorías tal vez son más frágiles de lo que pensamos, el que me recuerda bien que definir es algo que no siempre le hace falta al mundo.

-Luis Rivera Jimenez



Angel Borroto
Manantial
10’ x 8
Acrílico y collage sobre canvas


Gadiel Rivera
Marcas
9” x 8” x 7”
Cerámica, óxido y esmalte


Gadiel Rivera
Secreto
11” x 4” x 4 1⁄2”
Porcelana, pigmentos y esmalte transparente





Gadiel Rivera
Fósil de cangrejo
10” x 10” x 6”
Cerámica, esmalte 


Gadiel Rivera 
Caparazón
4”’ x 5” x 7”
Cerámica, bruñida y abrumada


Gadiel Rivera
Deidad
15” x 2” x 2”
Cerámica, raku, madera y metal


Gadiel Rivera
Makandal
18-1/2”, 5-1/2”, 6”
Porcelana, esmalte e hilo


Gadiel Rivera
Vudu II
10 1⁄2” x 4 1⁄2”diámetro
Cerámica torneada, raku


Gadiel Rivera
Orificios
4” x 3” x 4”
Cerámica, óxido de cobalto, pintura bajo esmalte

Gadiel Rivera
Pasar la pared
16 1/8” x 9 1⁄2” x 5 1⁄2”
Cerámica, óxido de hierro y esmalte metálico


Gadiel Rivera
Vudu III
11” x 4”
Cerámica torneada, raku


Gadiel Rivera
Tronco
16” x 6” diámetro
Cerámica, óxido y esmalte


Gadiel Rivera
Comején
15” x 10” x 7”
Cerámica, óxido de hierro y esmalte metálico


Gadiel Rivera
Orificios
4” x 3” x 4”
Cerámica, óxido de cobalto, pintura bajo esmalte





Angel Borroto
Al paso
7’ x 6’
Carboncillo, acrílico, collage sobre canvas

Angel Borroto
Hacia
7’ x 6’
Carboncillo, acrílico, collage sobre canvas
Angel Borroto
Las Garras
7’ x 7’
Carboncillo, acrílico y collage


Angel Borroto
La danza
10’ x 8’
Acrílico y collage sobre canvas

 
Gadiel Rivera
Mercedes, del arrecifede los ancestros
12” x 7” x 7”